martes, 15 de junio de 2010

Infancia, Las bases del mañana

Seguramente, solo con decir que cursé todos mis estudios preescolares y primarios en un colegio de Monjas, debería bastar para que imaginéis la serenidad, educación a raudales y respeto que debió inundar mis días entre uniformes de faldas grises y chaquetas rojas. Pero no. Los niños siempre son niños, niños… y crueles. Una niña morena, regordeta, con pelos bufados y rasgos demasiado marcados… no se sentía precisamente acogida. Podría contar cientos de anécdotas, y pocas (siendo demasiado optimista) tendrían sonrisas.
No guardé ningún amigo de aquella época, tal vez por que no me aparecía, tal vez por que nunca los tuve. Seguramente, insisto, solo con decir que cursé todos mis estudios preescolares y primarios en un colegio de Monjas, debería bastar para que imaginéis la serenidad, educación a raudales y respeto que debió inundar mis días entre uniformes de faldas grises y chaquetas rojas. Siendo irónica, claro.



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