martes, 5 de octubre de 2010

Adolescencia, contacto con la realidad: intentos por sociabilizarme.

Mis complejos se multiplicaban conjuntamente a mi talla del pantalón. La 42 ya comenzaba a apretarme y tendía a sentir que no entraría por ninguna puerta. Gente nueva, que nervios, que ganas, que desfase de intenciones… el extrarradio de mi mesa me miraba de tal forma, que quedaba más que palpable que sabían mi gran miedo. Menos mal que había convencido a Laura para que continuara sus estudios junto a mí, en el bachillerato artístico. A uno de mis lados ella, al otro un chico que no terminaba de convencerme. Sentía la necesidad de aferrarme a alguien, cuanto antes. Y de repente llegó ella… con su aparente inocencia contrastada con su brutalidad, que lado masculino más desarrollado tenia! Y que ojos más impactantes… todo sea dicho. Ella también parecía conocer a quien se sentaba a su lado con anterioridad, hablando de recreo en recreo parecimos conjugarnos bien y decidimos quedar para tomar “un algo”. Comencé a contarle todo mi catastrófico verano. La pobre quedó sin palabras… y me pidió que muy encarecidamente que a mi me pasara lo mismo. No recuerdo como fue… pero poco a poco fue creciendo el cariño, y resultamos un grupo de cinco personas en el que, sobre todo, destacábamos las tres chicas por muestras muestras de cariño… y dedicación las unas por las otras.

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