jueves, 7 de octubre de 2010

Adolescencia, incremento de la sociabilidad.

El bachillerato artístico es conocido por todo el mundo por su capacidad para acoger en su seno a aproximadamente un 56% de la población “rara”. No sé si yo era algo de eso o lo adquirí con el pasar de los meses, pero lo cierto es que no tuve nada que envidiar en lo que a “pintas” se refiere a ninguno de mis paisanos. Poco a poco Laura y yo nos adentramos en la vida de Virginia, la tercera en discordia, quien nos abrió la puerta a un nuevo mundo llamado “El Nirvana” típico bareto oscuro con olor a tabaco en el que las cervezas rulaban de mesa en mesa sin propietario fijo y con música de extremoduro, marea y cientos de grupos más… solo tenias que levantarte y buscar la música que te apetecía escuchar para añadirla a la lista de reproducción. El sitio estaba lleno de mierda (en todos los aspectos posibles) pero “molaba” una cosa exagerada. Lo primero que conocí de Virginia fueron sus amigos, más tarde me tomé la molestia de conocer también a sus amigas, y algunas hasta me cayeron bien. Y mis amantes y pasionarias ganas de amar y ser amados afloraron de nuevo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario