domingo, 24 de octubre de 2010

Adolescencia, la gloriosa época de “El Nirvana” IV

Siempre agradeceré a Dani que se fuera instantáneamente, ya que por nuestras indefinidas conversaciones…. Tenía todo el derecho del mundo a pensar que entre nosotros había o podría llegar a haber “algo más”. No fui capaz de beberme aquella coca-cola, mi subconsciente contagió de absurda conciencia a mi estomago, aunque no a mi boca… que siguió besando.

A lo largo de la semana mis conversaciones con Daniel continuaron como hasta el momento, no me preguntó nada ni me pidió explicaciones de ningún tipo, como si su buena intención fuera tan grande… que no quisiera hacerme pasar por ese mal trago. Y entonces… hizo lo que no se debe hacer, en pleno jueves. Me preguntó el porqué de mi negativa a nuestra relación si “nos llevábamos bien”. Insisto, en pleno Jueves… que mañana le vería… que me sentiría de nuevo incomoda. Lo único que se es que acepté quedar con él a solas el viernes, ni siquiera recuerdo el como, el por qué, pero allí me tenia… antes de ser capaz de pararlo, tumbada en un sofá de la tetería a la que fuimos, cogida de su mano y dejándome dar aquellos besos que eran incómodos de dar. No se por que, se me antojaban vacíos de todo: sensibilidad, sensualidad, calidez, sentimiento, química…. Nada, cero.

Que hice al día siguiente en el Nirvana? PUERTA. A los dos. “Que os den, dejadme de historias”, pensé

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