miércoles, 27 de octubre de 2010

Adultez, el 18 cumpleaños.

Lejos de lo que toda persona pueda pensar, para mí ese día… era un puñetero agobio. Yo no le veía positividades al hecho de poder votar, poder ir a la cárcel y, ni mucho menos, poder celebrarlo por todo lo alto. Para colmo siempre coincidía con las fiestas de la ciudad, las hogueras, que además de que no me apasionaban abarrotaban el centro y los establecimiento de gente, borrachos y turistas. Bueno… y de entes que eran de esas tres cosas también. Yo, porque mi vida social parecía ser distinta en ese pasado reciente, presente continuo y futuro inmediato, me hice el ánimo y envié un e-mail a los 20-25 amigos que había conseguido hacer gracias al nirvana o amigos de amigos… esas cosas, vamos. Como cualquier quedada que se precie, quedamos en las escaleras del mercado, en la avenida por la que pasaba es desfile, donde estaban algunos de los puestos gastronómicos más concurridos, y donde me empecé a cagara en la puta conforme pasaban los minutos y horas acompañados de gente y gente.
Pues, lógicamente allí se presentaron cerca (por no exagerar) de 120 personas. Debido a que eran hogueras e inicio de verano y vacaciones, mucha gente (amigos, familia etc) se trasladó a Alicante, claro…. No podían decirles que no se vinieran, y como había gente de Alicante que también les conocían y su estancia en la ciudad iba a ser corta, tampoco podían faltar. A mí no me salían las cuentas. Y al dueño del kebab al que nos decidimos entrar después de recorrer la la zona céntrica de la ciudad en busca de un lugar grande, barato y vacio… tampoco. Tuvimos, lógicamente, que sentarnos en grupos, cenar por turnos y, al pequeño grupo que se ofreció a salvarme de aquella emboscada y a mí, huir.
Porque, seamos sinceros, entre que no me gustan las hogueras, que el alcohol lo justo, que no soy amante de la fiesta en general, que no me gusta ver como la gente se emborracha y dice y hace gilipolleces, que no tenía un duro y menos para invitar y que todos los presentes parecían tener en mente la siguiente fórmula:


Hogueras + jóvenes = alcohol
Cumpleaños + adultez = alcohol (puede que hasta gratis)
Cumpleaños + hogueras + adultez = joder, la gente piensa que habrá alcohol gratis.

Me vi obligada a aceptar la primera propuesta de huida, pese a sus condiciones.
Fuimos a la playa de San Juan, que aunque seguía siendo playa y con algún que otro borracho, estaba lo suficientemente lejos del Postiguet como para no encontrarnos a nadie. Lo malo no era a quien me podía encontrar, sino con quien estaba. Éramos 6 personas: dos parejas, Jose y yo. Todos ellos amigos de uno de mis invitados, y con los cuales ya había tenido contacto en más de una, dos y tres ocasiones. Lo que jamás pensé es que mis conversaciones con Jose por msn pudieran derivar o suponer un sentimiento por su parte. El chico se las traía por que, a pesar de raro ya de por sí, físicamente dejaba mucho que desear. Delgado, de mi estatura, con coleta, pelo bufado y rubio… sigo? A pesar de ello… era un fiel seguidor de toda mi “literatura” y lejos de calificarla de barata, infantil y absurda, la elogiaba y enaltecía, haciéndome engordar el orgullo por lo que realizaba con tanto cariño y esmero. Hablamos durante horas, y aunque temía lo que tantas veces me había insinuado, fui lo suficientemente estúpida… como para hacer algo que me traería, mas adelante… infinidad de problemas. Creo que aquella pertenece al ranking de las 5 situaciones más surrealistas que yo he vivido nunca antes con un chico.

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